Por Juan Cruz Pando | Ya hace un tiempo vengo siguiendo la novela del trece, "Argentina tierra de amor y venganza" #ATAV, me g...
Por Juan Cruz Pando | Ya hace un tiempo vengo siguiendo la novela del trece, "Argentina tierra de amor y venganza" #ATAV, me gusta la Ă©poca, los temas que trata, que está basada en hechos histĂłricos reales y que ya empiezan a entrar personajes que existieron en este paĂs y que tuvieron que vĂ©rselas con su tiempo por tener una elecciĂłn sexual diferente. Tal es el caso de Paco Jamandreu, encarnado en #ATAV por Mariano Saborido. Excelente!
Pero ahora estoy leyendo las memorias de Paco Jamandreu y si bien no tengo tanto tiempo libre como en verano, les aseguro que la lectura de este libro es adictiva. En mi mesa de luz aguarda para que noche a noche recorra las páginas con una mezcla de avidez -por lo apasionante del relato- y mesura -porque quiero que me dure mucho-. Publicadas por primera vez en 1975, fueron reeditadas el año pasado por Caballo Negro y podemos decir que se hizo justicia...
Algunos dirán que Paco no fue un gran escritor y estarán en lo cierto, pero les aseguro que la calidad literaria no es lo determinante en este libro sino la crudeza y sinceridad con que en cada página desgrana su propia vida. LeyĂ©ndolo podemos sentirnos frente a un escenario de los que tan bien pintaba GarcĂa Lorca -aquellas mujeres todopoderosas que marcaban a fuego la infancia de niños sensibles-, o los relatos de Manuel Puig con sus pinceladas descarnadas de los pueblos argentinos de la primera mitad del siglo pasado:
"Las tĂas eran todas maestras. Cuando habĂa reuniĂłn de magisterio en el pueblo y cruzaban en diagonal la linda plaza, la hermosa y cuidada plaza de mi pueblo, los lustrabotas y los vendedores de diarios y caramelos -sus alumnos en sus diferentes colegios-, se gritaban unos a otros:
-¡Ojo! pibes, ya viene cerca el escuadrĂłn de seguridad.
Y era lindo verlas, todas al mismo paso, todas con sus guardapolvos blancos con mi madre junto a ellas. Eran un mundo aparte dentro del mundo aparte de mi pueblo...".
Su infancia, vivida entre el pueblo y Europa, fue una etapa de aprendizajes y vivencias intensas; pero las crisis propias de la adolescencia lo hicieron sentir cada vez más lejos de los de su edad, lo cual lo llevĂł a buscar refugio en sus dibujos de un mundo de fantasĂa y glamour:
"Si, fue fea, muy fea mi adolescencia. Cada dĂa me quedaba en casa. Los sábados -¡cĂłmo los recuerdo!-, ponĂa la radio en el comedor y dibujaba modelos mientras escuchaba tangos. Modelos que imaginaba para Mecha OrtĂz, para Amelia Bence, para Libertad Lamarque, Zully Moreno, Fanny Navarro, Mirtha y Silvia Legrand. Luego llamaba a mis hermanos y hacĂamos concursos de belleza con mis dibujos".
Y despuĂ©s, la mudanza de 25 de Mayo a un Buenos Aires que se le hacĂa inmenso y misterioso, pero que prometĂa libertades y experiencias imposibles en el pueblo. Sus figurines le abrieron las puertas del mundo del espectáculo, y su arrogancia y auto-confianza hicieron el resto. Me encanta porque Paco habla de la Ă©poca de oro del cine argentino desde adentro. Habla de esas divas lejanas y misteriosas que se asemejaban a las de Hollywood y que yo aprendĂ a idolatrar viendo estas pelĂculas en blanco y negro con mi padre, amante de ese cine tan particular...
"Entonces era la Ă©poca del vedettismo y una estrella o astro eran, absolutamente, una estrella o un astro. Un halo de misterio envolvĂa sus vidas. Camarines especiales, rodantes; ayudantes para vestirse, secretarias, peinadores y maquilladores para cada uno; enormes coches esperándolos en las puertas del estudio. Todo un mundo perfectamente organizado se movĂa alrededor de Mecha OrtĂz o de Pedro LĂłpez Lagar. (...) Entonces las revistas hablaban del talento, del espirit, de la belleza o de la elegancia de las grandes figuras; hoy solo tienen importancia los partos. 1975 marca el reinado del semen y la cigĂĽeña".
Sus diseños fueron lucidos por Zully Moreno, Elsa O'Connor, Iris Marga, Mirtha y Silvia Legrand, Paulina Singerman, entre otras y la carrera se volvió meteórica.
Entre tantas divas y estrellitas, una sobresaliĂł del resto y lo catapultĂł a una fama inusitada. Se trata ni más ni menos que de Eva Duarte, quien lo contratĂł cuando comenzaba su vĂnculo con PerĂłn y a la que vistiĂł tanto en el mundo del espectáculo como en la vida polĂtica.
"VivĂa en Billinghurst y Santa Fe cuando recibĂ un llamado de Eva Duarte. En un principio no le di mayor importancia al asunto. (...) Me convenciĂł la Bilbao que me dijo: - Esa chica tiene un destino que puede llevarla a la gloria o al infierno, tenĂ©s que ir hoy mismo, llámala. Fui al dĂa siguiente, un sábado, la cita era a las 18 horas. Ella misma me abriĂł la puerta. Me pareciĂł altĂsima y muy desteñida. Me impresionĂł su piel desde el primer dĂa: blanca, transparente, increĂble. He conocido muy pocas mujeres con una piel semejante, como de marfil. Era rubia, de pasos largos y muy decididos. Usaba unos pantalones de satĂ©n gris plata, un chemisier celeste y zapatos blancos con grandes plataformas de corcho. Que cache pensĂ© en mis adentros. Su departamento me hizo acordar a las casas burguesas de mi pueblo. De entrada uno se topaba con un juego de comedor estilo 1940. No habĂa detalles de buen gusto. Pero ella lo llenaba todo con su atracciĂłn (...) PerĂłn, recostado en la cama, comĂa sándwiches de chorizo y tomaba vino. Confieso que de entrada me deslumbrĂł su gran simpatĂa, con su enorme sonrisa.
-¿AsĂ que vos sos el famoso Paco? Pero sos un pibe y haces modas para mujeres. Mira que te elegiste una muy difĂcil, ¿eh?. ¿Que te parece? ¿quĂ© te parece Eva, con ella podrás lucirte, ¿no es cierto?".
"Yo vestĂ a Eva PerĂłn al comienzo de mi carrera y al comienzo de la carrera polĂtica de ella. DespuĂ©s, durante algunos años no la vi. ComenzĂł a vestirse en ParĂs. Pero mientras la tratĂ© siempre tuve una extraña sensaciĂłn frente a ella. SentĂa que habĂa dos Eva PerĂłn: la muchacha dulce y buena a quien yo le dibujaba sus trajes, a quien le probaba, con quien bromeaba; y otra, totalmente diferente. Siempre he pensado que esa segunda Eva PerĂłn estaba habitada por otro espĂritu. Más de una vez he pensado que el espĂritu de alguien se apoderaba de su cuerpo. A la primera le gustaban las cosas llamativas, no detalles pero sĂ muy llamativas, era muy femenina, muy suave. La otra era la que aparecĂa en los balcones de la casa de gobierno, la que hablaba a las multitudes en la Plaza de Mayo…".
Las anécdotas sobre su vida privada son intensas y expresan una mezcla de desparpajo y sensibilidad. Por un lado muestran al muchachito que lucha por vivir la sexualidad a pleno pese a las miradas ajenas y por el otro al habitante de la noche y los bajos fondos que se jacta de sus conquistas y desplantes. Un Jamandreu auténtico:
Confieso que voy reciĂ©n por la mitad del libro, asĂ que me falta toda la etapa post-peronismo, los 60's y 70's en Buenos Aires; de modo que seguramente las memorias me depararán muchos momentos inolvidables más. Pero querĂa compartir aquĂ estos fragmentos e imágenes para que si no lo hicieron aĂşn, se adentren en el mundo de Paco Jamandreu y lo disfruten como yo.
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