Por: Pablo Fontdeville | Durante sus primeras dos décadas del siglo XX, el recién inaugurado Hollywood fue una juerga. La sociedad presu...
Su imagen pública.
Su secreto.
Roy Fitzgerald trabajaba como camionero hasta que se sometió a una transformación para ser un producto prefabricado de Hollywood y, en concreto, del despótico agente de estrellas Henry Wilson. Este le dio un nombre viril, curtió su voz hasta que necesitó cirugía en las cuerdas vocales y corrigió sus amaneramientos golpeándolo con una regla cuando contoneaba sus caderas al andar o hacía aspavientos de más con las manos. La actriz Noreen Nash contó en 2007 que Hudson y Elizabeth Taylor apostaron durante el rodaje de Gigante quién de los dos se llevaría a James Dean a la cama primero y, según Nash, ganó Rock Hudson, a los pocos días de empezar a rodar. En 1955, justo antes del estreno de Gigante, Life lo puso en portada subrayando su soltería y asegurando que, a los 29 años, sus fans ya estaban "impacientes por verlo casado, si no tendrá que dar explicaciones". La revista de cotilleos Confidential amenazó con destapar la homosexualidad de Hudson, así que Wilson ofreció como sacrificio a dos de sus otros productos (Rory Calhoun, que había estado en la cárcel, y Tab Hunter, que era gay) y obligó a Hudson a casarse inmediatamente con su secretaria Phyllis Gates.
¿Salió del closet?
Hudson junto a su esposa, Phyllis Gates, y la actriz Lauren Bacall |
Nunca. Hudson se separó de Gates, quien aseguraría que estaba genuinamente enamorada de él, a los 12 meses de matrimonio y jamás volvería a casarse. En la última alfombra roja por la que caminó, por el estreno de Ice Station Zebra en 1968, algunos asistentes le gritaron insultos homófobos. El actor cayó en el olvido en los 70 al convertirse en una reliquia de la América más mojigata, hasta que regresó a las noticias en julio de 1985 cuando develó que padecía sida. Él no pretendía contarlo, pero tras escribir de forma anónima a sus amantes para advertirlos, uno de ellos vendió la historia a la prensa por 10 mil dólares. Su último papel fue en Dinastía, donde la desinformación en torno al sida le llevó a falsear los besos por temor a que fuese contagioso a través de la saliva. El mundo se lo tomó como una confirmación de su homosexualidad y su muerte en octubre de aquel mismo año concienció a la sociedad en torno al entonces llamado "cáncer gay": las donaciones ciudadanas para la causa se duplicaron y unos días después de fallecer Hudson el congreso anunció una inversión de 200 millones de euros para la investigación de la enfermedad.
Hace dos años organicé un acto benéfico por el sida y no conseguí que una sola estrella acudiese, aseguraba Joan Rivers. "La admisión de Rock ha sido una forma terrorífica de atraer la atención del público americano". O como sentenció Morgan Fairchild: Rock Hudson le puso rostro al sida.
Su amigo Ronald Reagan, a quien llegó a visitar en la Casa Blanca, sin embargo, tardaría dos años más en pronunciar la palabra "sida" en público.