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10 cosas que aprendí trabajando en un sauna gay.

Diego de Alzaga | Por esas cosas que tiene la vida, hace un tiempo (mucho), mediante esos programas de work & travel, terminé en USA,...

Diego de Alzaga | Por esas cosas que tiene la vida, hace un tiempo (mucho), mediante esos programas de work & travel, terminé en USA, trabajando para poder conocer varias ciudades, si bien había ido para trabajar y especializarme en el rubro hotelero las cosas no salieron bien y terminé adentrandome en otro rubro.
Debido a ciertos cambios inesperados de la vida — un traslado a Portland, un divorcio — me encontraba muy desempleado. Había una brecha tan grande en mi vida profesional que nadie respondía a mis solicitudes. Así que un amigo, cansado de preguntarme por el trabajo y de pagar por mis bebidas, me dijo: «Conozco un lugar que está contratando». Me mandó el enlace. Al principio me sorprendió que me hubiera enviado la liga de un sauna gay, pero lo acepté como un desafío.

Sorprendentemente, me contrataron.

Las 10 cosas que aprendí de haber trabajado en un sauna gay:

1. Tus amigos tendrán reacciones muy diferentes.

Sólo he estado en la costa oeste por dos años. Mis amigos de Filadelfia, con quienes crecí, se rieron de mi nuevo trabajo. Las reacciones de amigos gays eran mezcladas. Mis amigos de Portland sólo querían que tuviera un trabajo. Cada respuesta, sin embargo, no tenía precio.

«Parece que sólo obtienes trabajos de los que puedes escribir», dijo un amigo de Filadelfia. «Un buen trabajo no tiene que ser hacer gran contenido».

Un amigo bostoniano y muy era puritano me dijo: «Necesitas trabajo, nada más no te involucres demasiado». Ellos creen que la Costa Oeste no es más que vicios, y que de la costa de San Diego a Seattle sólo son lugares de perversión.

«Fantástico», dijo mi amigo de Nueva York. «Piensa en el material que obtendrás. ¡Cuéntamelo todo! ¿Los chicos están buenos? Alguna vez te han llevado a la esquina y…» (Para responder a esa pregunta, los empleados no están autorizados en usar el club de inmediato.Hay un período de prueba, ni tampoco se puede participar con los invitados bajo ninguna circunstancia más allá de la luz.

Pero un amigo de mayor edad y muy sabio, activo en su iglesia, tuvo la respuesta más erudita: «Es un ministerio. Estás trabajando para llevar la alegría carnal a la vida de las personas».

2. Tendrás que decidir a quién decirle la verdad y a quién decirle una mentira piadosa.

“¿Donde estás trabajando?” preguntó mi madre.

“Oh, ¿no te dije?”

“No. Dijiste que era de medio tiempo, tenías que tomar cualquier trabajo”.

Yo respondí rápidamente, “Trabajo en un gym» Yo ya había trabajado en un gimnasio en Filadelfia.
“Un gimnasio muy exclusivo sólo para caballeros” me dijo un amigo de San Francisco. “No estás mintiendo. Hay duchas y lockers y pasas mucho tiempo doblando toallas. La gente va a hacer un tipo de ejercicio”.
Así que esa es la historia que le conté a los no-queers y a otros que podrían ser muy juiciosos al descubrir mi empleo. Para mis futuros empleadores, no sabía qué les diría. ¿Debería decirles la verdad? No. Les diré que hacía mucho freelance.

3. Los guantes son tus mejores amigos.


Cuando te contratan en un sauna gay, es típicamente para un trabajo en la recepción, al igual que las personas que comprueban membresías en un gimnasio. Pero también tendrás que limpiar. En el sauna, los deberes son compartidos por todos sin importar la antigüedad.

Recuerdo la primera vez que entré en pánico.

En las habitaciones privadas — algunos de ustedes sabrán lo que son — siempre hay un bote de basura. Una vez estaba recolectando basura cuando — boom! (Juro que hizo un sonido) — un condón usado cayó sobre el colchón, y derramó los restos de la pasión de un hombre. Mucha pasión. Yo grité, y otro empleado rápidamente entró en la habitación. ¡Era muy joven!

-¿Es tu primera vez? — preguntó.

«Sí».

«Anímate, cariño. Habrá muchos más.


Él estaba en lo correcto.

No te dan guantes sólo por los líquidos corporales, aunque también es en parte por eso. La razón principal de los guantes son los limpiadores de grado hospitalario que se utilizan, que son bastante rudos cuando se usan repetidamente.

4. Trabajar en un sauna gay es muy laborioso.


En un sauna gay te encargarás de llevar toallas sucias a la lavandería, luego pasarlas a la secadora. Las secadoras sanitizan y matan todo lo que haya que matar.  Y por supuesto tendrás que doblarlas. Es un buen entrenamiento para la parte superior del cuerpo debido a la repetición.

También estarás de pie por mucho tiempo. Ese Fitbit o la aplicación de salud en tu teléfono registrará varias millas caminadas al día. Luego hay que cargar muchos baldes de agua para limpiar los pisos y desinfectar las sandalias de los clubes.

Los baños de vapor deben ser limpiados varias veces al día. Unas cuantas veces por semana, se hace una limpieza muy cuidadosa. Las rejillas se quitan, y éstas son muy pesadas. Luego hay que tallar todo y eso es bastante pesado.

Luego, por supuesto, hay colchones. Son generalmente colchones matrimoniales. En Argentina dada la mala calidad de los saunas que se traduce en COGEDEROS, no hay colchones ni salas de relax, pero en el mundo los usuarios los exigen! Estos deben ser limpiados, por ambos lados. Si estás haciendo seis u ocho de estos flips en cada turno, seguro te van a crecer unos pectorales y unos brazos bastante buenos.

5. Es mejor no acercarse a los clientes del sauna gay en público.


Seguro, tendrás charlas con los asiduos. Es posible que quieran saber todo acerca de ti. Pero si los ves, es mejor no decirles «¡Hey, ayer te dieron duro verdad! ¡Te pudimos escuchar hasta en la recepción!».

Paso mucho tiempo en negocios gays (lease: bares) y yo sabía que sólo nos debíamos acercar a los clientes si nos sonreían. Éramos cómplices, y verme de aquí para allá era algo excitante para ellos. Me compraban tragos, respetaban mi posición, o al menos eran discretos, no le decían a otros: «Sí, conozco a Sebbie del sauna gay». En cambio, me describían como un «amigo del bar».

Pero también experimenté exactamente lo opuesto. Los ojos de un chico salieron de su cara al reconocerme. Se alejó de mí en el bar un poco, pero no me ofendió. Siempre fue muy amable conmigo en el trabajo, así que para que se sintiera cómodo me salí del lugar.


6. Sí, «verás cosas”.


«Seguro que ves mucha acción», dijo un flaco bastante abierto sexualmente mientras estábamos en una cita casual.

«Sabes que sí,» respondí.

Después de un mes de trabajo en el sauna, estaba desensibilizado. Asexuado. Esos ¡Oh, Dios mío, eso es tan sexy! ó los ¡No pensé que se pudiera hacer eso! Fue divertido al principio, pero después caminas alrededor sin girar tu cabeza hacia el gemido constante. Todo se naturaliza.

Los meseros a menudo dicen que no pueden mirar los alimentos después del trabajo. Es algo así.

Lo más que ves es porno. Estás constantemente limpiando las áreas de video, y la gente deja los televisores cuando salen. Eventualmente perdes el interés de mirar, y en lugar de eso, criticas. ¿Quién decoró esa habitación, su abuela? Esto te hace pensar. Esa pobre abuela. Ella va a Florida para el invierno pero deja a su nieto rebelde en su casa. Y ahí está él alquilando el lugar a un productor de pornografía, acostado en el sillón, justo enfrente del árbol de Navidad. Desde esa época me pasa que cuando veo una porno me desconcentro y tal vez veo la calidad y la belleza de la cocina en que los pibes están cogiendo o se me va la atención un paisaje, si los hay.

7. En un sauna gay, te verás forzado a usar la frase «Señor, estoy trabajando» muy seguido.


Al igual que los sirvientes, en un sauna gay te deben ver y pero no escuchar. Estás ahí para trabajar. Quizás se demoran demasiado tiempo en la recepción, y ya sabes que en algún momento se acercarán a vos. En uno de mis primeros turnos — una tarde lenta de entre semana — saqué mi botella de aerosol y mi paño de limpieza y fui a limpiar el marco de un gloryhole. De repente, un falo bastante grande apareció frente a mi. Aunque yo estaba francamente halagado, no sabía qué decir, así que miré hacia arriba. El dueño de este pene me sonreía desde arriba.

«Señor, estoy trabajando», fue mi respuesta y funcionó. Me quitó su miembro hinchado de la cara.

8. Los clientes a veces te culpan si es que no pudieron acabar.


Al principio, los baños eran principalmente para bañarse. Pero en el último siglo el agua corriente se hizo común en los hogares a través del espectro económico. Si trabajabas en una mina de carbón, lo más probable es que al menos una vez a la semana te hayas ido a bañar a un sauna.

Por supuesto, los baños han llegado a ser casi exclusivamente un lugar de encuentro en el que los hombres se reúnen para tener sexo. Algunos hombres, sin embargo, realmente vienen a relajarse. Algunos son lo suficientemente heterosexuales como para evitar estos encuentros. Estos chicos quieren visitar el sauna, entrar, salir y volver a casa. Por supuesto, la abrumadora mayoría quiere entrar, coger, salir y llegar a casa.

«Incompleto» eso dicen los clientes que no logran nada. Hicieron una «inversión de tiempo y dinero», y es una pena que no hayan «tenido la experiencia completa». Esto es generalmente lo que dicen los hombres enojados y desnudos, con las cejas fruncidas con los penes flácidos y decepcionados.

«No es nuestro trabajo hacer que tengas sexo», les recuerdas. Esa es tu responsabilidad.

9. Pagarás el derecho de piso.


Cada vez que un grupo gay se reúne, siempre hay mentiras bien intencionadas. En los saunas gay siempre decían ser mayores que nosotros, de ser más sexualmente activos de lo que admitíamos o de ser menos sexualmente activos de lo que afirmábamos. Pero dado a que estás trabajando en un espacio cerrado y confinado con tus colegas, los insultos y las bromas pesadas son interminables.

Estás alrededor de hombres con actividad sexual todo el tiempo, lo cual puede ser abrumador y un poco empoderante. Pero, más que eso, hay a menudo un miedo persistente de que estás siendo juzgado por tu trabajo. Eso significa tener que estar «prendido» todo el tiempo. Tendrá que ser rápido e ingenioso, y tendrás que aprender a responderle a cada colega – y a los clientes frecuentes – a un nivel personal.

Esto — más que voltear una docena de colchones en un día ocupado, o lidiar con condones usados — será la parte más difícil de tu trabajo.

10. Los clientes de los saunas gay, no sólo son «hombres calientes».


Como un chico universitario, nos advirtieron de los saunas. Se les describe como lugares para drogadictos, o chicos llenos de ITS. Las cosas han cambiado mucho. Con la gente ahora tomando conciencia de que los individuos VIH-positivos indetectables no pueden transmitir el virus — y con muchos hombres gays tomando PrEP — la gama de clientes de un sauna es muy diversa. Te encontras chicos universitarios tan a menudo como jubilados.

Además, los saunas a menudo trabajan con las organizaciones locales queer de salud que vienen y ofrecen pruebas y resultados gratuitos, en sitio. Algunos individuos son más propensos a hacerse la prueba en situaciones totalmente anónimas, o en espacios que proporcionan apoyo y asesoramiento sin juicio.

He conocido a muchos europeos que vienen al sauna gay para hacer conexiones ya que no pueden tener amigos locales. Siempre y cuando no se queden después de horas asignadas, ellos pueden entrar fácilmente para dormir un rato y darse una ducha antes de su vuelo a las 5 a.m. Estos turistas se registran, cierran la puerta, se ponen auriculares y duermen. Les llamas un taxi al aeropuerto, y se van con su corbata puesta.

Ya no trabajo en un sauna gay, pero fue una experiencia que nunca olvidaré. Ahora soy aeronavegante y creanme que mi actual experiencia laboral se basa muchas veces en aquella que les estoy contando. No aconsejo no hacerlo, especialmente si eres un tipo creativo que hace trabajo independiente. Si no podes soportar el ambiente pesado constante de compañeros de trabajo, o estás incómodo trabajando en un ambiente sexualmente cargado, tal vez no sea para vos.

Una vez, después de dejar mi posición en el sauna, me topé con uno de los clientes regulares. Me gustaba. Cuando me preguntó si quería ir con él a su casa, no pude evitar responder: «Claro, señor, no estoy trabajando».


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