La sexualidad es fuente de placer, y además tiene otras funciones que ya desarrollaremos en esta columna. Sin embargo, se transforma en orig...
La sexualidad es fuente de placer, y además tiene otras funciones que ya desarrollaremos en esta columna.
Sin embargo, se transforma en origen de conflictos: destroza proyectos amorosos, presenta obstáculos en la comunicación y más de una vez es motivo de gran infelicidad arrojando a algunos y/o algunas a vivirla clandestinamente, condenando a otros u otras, quizás, a la soledad más despiadada.
Si a los 18 piensas que la vida sexual termina con la primera cana, es muy probable que a los 25, empieces a sufrir dificultades o vivas una circunstancia pasajera como el comienzo del ocaso de tu vida.
Si a los 20 o 30 crees que tu vida sexual se circunscribe a la cantidad de semen que arrojas en cada eyaculación, es probable que en la búsqueda de la performance empieces a sentir en algún momento que te has vuelto viejo cuando no es así.
Pero lo habitual, es observar la creencia compartida de que la sexualidad va perdiendo calidad con los años, y que cada vez se disfruta menos del sexo: Que un señor maduro ya no tiene erecciones o que una señora viuda de 80 años está enferma si tiene deseo sexual.
El cuerpo humano, a diferencia de las máquinas, no se desgasta con el tiempo, eso era una creencia mecanicista. El cuerpo solamente cambia.
La fisiología en todo caso, mejora con el uso, y la vida sexual tiene un asentamiento fundamental en lo somático (aunque no lo es todo), pues bien lo dice cierto conocimiento popular: El sexo está en la mente y no en los genitales.
El envejecimiento y la sexualidad son fenómenos versátiles fluidos y cambiantes, no obstante ello, se cree aún, y la medicina tiene mucho que ver con esto, en que son procesos puramente biológicos.
Hace años que se conoce que el envejecimiento se retarda con una buena salud mental y emocional, lo cual es acompañado con una satisfactoria vida sexual, acelerándose en cambio ese envejecimiento con un mal trato del cuerpo (adicciones, mal descanso, sedentarismo, tabaquismo, etc.), mala calidad de vida a nivel de lo emocional y una búsqueda solo de descarga fisiológica en la vida sexual, cuando no abstinencia.
Los años determinantes de que el proceso de envejecimiento impacte disfuncionalmente en una vida humana son los comprendidos entre los 21 y 46 años, época en que se estaría “plantando una semilla”, siendo el periodo crítico germinativo la década de los 50, porque es cuando aparecen un gran número de ataques cardiacos, la hipertensión y muchos tipos de cáncer.
Sin embargo la sexología clínica actual, tiene una mirada integral sobre el proceso de envejecer dentro de la vida humana. Parte de la sintomatología que aparece a nivel de la insatisfacción sexual a cualquier edad, pudiendo aportar una respuesta adecuada a cada caso en particular, inclusive habiendo padecido enfermedades teóricamente invalidantes, enfocando la problemática que es de cada sujeto personal, con terapias sexuales breves y si es necesario, con medicación adecuada.
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