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El sexo público en la época colonial. Teteras de la misteriosa Buenos Aires.

  Investigaciones Patrias| Teteras Coloniales | Diego de Alzaga y Ale K | En casa de mi abuela encontré una bitácora que Lucio N. Mansilla, ...

 

Investigaciones Patrias| Teteras Coloniales | Diego de Alzaga y Ale K |



En casa de mi abuela encontré una bitácora que Lucio N. Mansilla, le regalara a mi tatara M. de Alzaga donde se da testimonio entre otras cosas, de la homosexualidad en la época colonial. Un libro en caligrafía de plumín, viejo con ese olor característico que nos lleva al 1800. Un tiempo donde uno pensaría que no pasaba nada, pero sí, en la época colonial también se teteaba, se cogía y había un sinfín de historias tal vez como las de hoy, en cualquier tetera, donde te tenías que desabrochar el levitón de 7/8 y el chabot, en vez de bajarte el jogging. Al final todos somos humanos y estamos inmersos en la esclavitud de la carne, ayer hoy y siempre. Me parece que esta nota ilustra una época y más allá de portar la escarapela, está bueno saber que portaban los hombres el 25 de mayo de 1810.
Junto a Ale K nos adentramos en una época mágica en la que ser sodomita no era para cualquiera, por mi parte relatando los hechos y Ale interpretándolos.
Feliz Día! 

Algunos se horrorizan hoy por las historias que se cuentan sobre el sexo en el Cementerio de la Chacarita.


La espera para descubrir lo que había bajo las faldas femeninas era tan larga, había que sortear chaperonas, hacer con rigurosidad el cortejo y caer bien en la familia de la novia, todo ello sumado a los pedidos urgentes de la anatomía masculina, los hombres coloniales se las arreglaran entre ellos hasta pasar por el altar y conformar una familia. Los matrimonios servian para realizar alianzas entre las familias acaudaladas. El amor de pareja era algo lejano. La iglesia imponía una agenda para tener sexo que se conformaba con todas las fechas de guardar, la cuaresma, la Semana Santa, demás fiestas religiosas  y los días de “impureza femenina”, lo que acortaba la vida sexual masculina a 44 días en el año, razón por la cual era menester tener un plan “B” con algún amigo que no fuera tan adepto al cronograma eclesiástico. Un ultimo recurso era ser “atendido” por alguno de los varios esclavos que las familias disponían en esa época, una camaradería especial so pretexto de liberación... 


Son cosas arcaicas que vienen de nuestros ancestros, de la misteriosa Buenos Aires. Si, de la Buenos Aires colonial, nos contaron siempre de las mazamorreras, de los negritos faroleros que acompañaban a sus amitas con sus vestidos en alborotado miriñaque, por las calles fangosas de la diminuta ciudad. Pero, nunca nos dijeron que hacían los negritos cuando las amitas se encontraban descansando en la comodidad de sus cuartos con brasero.

Se apersonaban por los cementerios, en 1820, hay citas que hablan, “de los negros que arreglaban en las horas con luz las actividades que llevarían a cabo cuando el sol se oculte, juntándose con los niños de la sociedad (menos avezados en las tareas sexuales que sus pares de color) en el cementerio de junto, al convento de Santo Domingo” (ubicado en las actuales Belgrano y Defensa del barrio de San Telmo)



Otros se iban fuera de la ciudad en las cercanías de “La casa de Santos Ejercicios espirituales, (hoy Independencia y Salta) donde por las noches apersonándose en el cementerio de las monjas que tiene a su costado dicha casa, pasan cosas reñidas con la moral y las buenas costumbres, es habitual ver a jovencitos de las mejores familias porteñas teniendo sexo a cielo abierto en lugar santo donde participan muchas veces sus esclavos, desviándolos del camino de la Fé y la oración para llegar a un buen casamiento, y en algunos casos se ha llegado a ver mulatas en la misma situación. Ora de un lado del muro toda la santidad, ora del otro un campo convertido en Sodoma donde dan rienda suelta a sus impulsos”.  En el mismo lugar se han encontrado fetos humanos de MULATAS y hasta algún que otro cuerpo sambo, que luego nadie reclama. (Rezan las crónicas del párroco del Pilar Armando de Lerea)


El virrey dispuso que los huecos y los baldíos fueran tapiados.. Porque “sirven de noche para abrigo de las maldades de la carne”. Las noches totalmente oscuras, así como los baños crepusculares en el Río de la Plata, ritual de los veranos que se da sobre todo, en la parte sur de la ciudad (hoy Reserva Ecológica), eran favorables para los encuentros imprevistos y los amores furtivos.

Para la compra de esclavos se procedía de la misma forma que con la venta de caballos, se inspeccionaban lo dientes, se constataba que no tuviera ETS, solamente por vía ocular, se escrutaba y estrujaba bien la zona testicular, y la anal, se hacia una “visualización” de la zona del perineo y el ano para que no estuvieran “dañados”… Muchas veces el constatar el daño era motivo de compra, esto implicaba que el esclavo ya había sido iniciado analmente, siendo esto un beneficio para el futuro comprador.



También la esclavitud fue un elemento propicio para la homosexualidad colonial, entre los esclavos negros y los amos blancos de la Buenos Aires colonial, es que un esclavo en promedio costaba en su mejor época es decir a los 20 años 250 pesos fuertes, pero las tareas rentables (el jornal)  para poder juntar el dinero y su libertad andaba por los 0,40 pesos diarios, o sea pasaban años antes de poder juntar todo ese dinero, de esta forma y como eran comprados como caballos, desnudos delante de los dos amos, el que vendía y el que compraba, se les palpaban los testículos para que no hubiera tumores o desgarros a la hora de comprar, se miraba bien el tamaño del miembro porque la virilidad se alojaba en el miembro, el tamaño hablaba de lo bueno o malo que sería para el trabajo, se escrutaba la zona anal para saber de las debilidades de la carne y se contaban las piezas dentarias.

Muchas veces el constatar daño anal, era motivo de compra, el ano dilatado implicaba que el esclavo ya había sido iniciado, siendo esto un beneficio para el futuro comprador. También era motivo muchas veces del inicio de una relación entre los dueños, el que vendía y el que compraba que se reconocían en “ciertas practicas sexuales ocultas” a partir del ano de algún esclavo. Un caso resonante fue el de Alejandro Medrano y el esclavo Agustín, comprado a Don Diego Saenz Valiente, cuentan que la cercanía de los amos reunió en una cama a los tres hombres, pero el escándalo se inició con fiero final, ante el casamiento de don Alejandro y la negativa de sus padres a cedérselo para afrontar la vida de casado en un campo alejado de la familia, solo con su mujer. 


Los hogares de mayores recursos solían tener hasta doce esclavos que no hacían prácticamente nada en todo el día, salvo estar preparados para el amo y señor. Algunos atendían con el mismo esmero al patrón como a la patrona.
El mismo tal vez con el tiempo llegaba a darle la libertad, pero muchos no querían irse a morir solos…

Isidro Lorea, un vecino importante adquirió en 1782 dos manzanas de tierras comprendidas entre las calles Rivadavia, H. Yrigoyen, San José y Cevallos; este predio era una especie de laguna a 80 centímetros bajo el nivel general de la ciudad; la intención de Lorea era construir una plaza que sirviera como parada de carretas que traían frutos para el abasto de la población; Hacia fin de siglo el “hueco de Lorea” era bastante frecuentado y algunos indios vendían cueros de vacas y ovejas, trigo, maíz y plumas de avestruz. Habia también allí comercio sexual. Pero el proyecto de Lorea no llegó a término pues en 1807 luchando contra los ingleses cayó muerto (así como también su esposa) por los ingleses. El lugar conocido desde 1830 como “mercado del indio” fue convertido en plaza treinta y cuatro años después. Es fama que fue paseo preferido de don Domingo Faustino Sarmiento.


La plaza de Monserrat a través del tiempo ha ido cambiando de nombre y en ella han ocurrido hechos: en 1821 se formó el Regimiento de los “Amigos del Orden”, se la utilizó para ejecuciones en horca o fusilamientos como el del negro Agustín por haber herido a su patrón Alejandro Medrano (algunas personas dan testimonio de que había entre ellos una relación poco clara y mezclóse todo de tal forma que al casamiento del niño Alejandro, Agustín se sintió traicionado por no ser llevado al campo donde viviría el amo con su esposa), atacando al mismo y a otras personas; se puso en lo alto de un palo su cabeza ensangrentada con una inscripción indicando el (parte) del delito cometido para que sirva de escarmiento.

Otro hecho fue el fusilamiento de los mazorqueros Ciriaco Cuitiño y Leandro Alem (padre de Leandro N. Alem testigo de este hecho), cuyos cuerpos permanecieron colgados de una horca levantada ex profeso “para escarmiento de las generaciones venideras”.

Tras estos recuerdos luctuosos, la plaza un día lejano fue escenario de la Plaza de Toros.

Y por ultimo, pero no menos olvidado, también en las afueras de la ciudad, cerca del barrio de los albañales y donde se encuentran solo prostitutas y marineros el cementerio de los monjes Recoletos en la zona norte de la ciudad. Justamente el primer morador de este cementerio fue un negro y esclavo, el niño negro liberto Juan Benito, por la zona las crónicas de la época hablan de un lugar donde se daba vía libre a todo lo que se tratara de sexo, ya que los marineros recién llegados no le hacían asco a nada. Viejos de 45 o 50 años con jovencitos o jovencitas prostitutas que se ofrecen a pasos del cementerio e incluso dentro, entre las bóvedas. (Cualquier parecido con la actualidad…)

Tanto ayer como hoy la situación sigue siendo la misma, la razón, las conductas marginales a las que todos los hombres y mujeres somos afectos.

Tengo familiares en este cementerio y muchas veces me pareció ver alguna situación que me ha causado risa, creo que cuando esté muerto y sin la posibilidad de disfrutar de las bondades de Eros, porque Tanatos al final gana todas las luchas, me va a gustar tener cerca gente “haciéndolo” y recordándome lo que YO hacia en vida.

Al final hoy como en la época de la colonia, las putas siguen cerca de los muros que separan la ciudad de los vivos de la tranquilidad de la necrópolis, ahora más sofisticadas que en el 1800, los gatos “reciben” en los departamentos privados, aledaños al cementerio de la Recoleta.

En relación a lo anterior, fue pública la investigación en torno a casos de prostitución en el Cementerio de la Chacarita y se sabe que Recoleta no es ajena a esta modalidad, en las bóvedas más antiguas las parejas mantienen relaciones sexuales y prostitutas llevan a sus clientes.


Hoy como ayer, la marginalidad de la que se nos acusan no respeta, clases sociales, castas ni títulos nobiliarios…


En los excusados y letrinas de Buenos Aires podía leerse: “Aquí se caga / aquí se mea / y se le da por el culo / a quien lo menea” o “Si quieres conservarte / bueno y sano / no des a las mujeres / lo que tienes en la mano”, un consejo que reconocía la apabullante presencia de sífilis entre las prostitutas, pero dejaba la puerta abierta para otro tipo de alegría sexual.



Un poco de luz


Reflexiones: Aquellas cosas que nacen como prohibidas en el seno de la mas de las recalcitrantes sociedades apegadas a los usos y las buenas costumbres cristianas, son sin duda caldo de cultivo para que por ejemplo la homosexualidad en época de Rosas, uno de los periodos mas oscuros de la historia argentina tal vez comparables con las dictaduras del siglo XX, estaba plasmada por la estigmatización de unitarios a los federales con el término sodomitas y de los federales a los unitarios como maricones.

En un cielito de 1830 se cantaba “Cielito, cielo, cielito /Cielito de los maricones/ Un decreto debe darse / Para que usen calzones” Esto derivaba de la costumbre de los mazorqueros de sodomizar a los jóvenes unitarios tal como quedó documentado en El matadero, (1839) de Esteban Echeverría: “Abajo los calzones de ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien atado sobre la mesa”



O como Hilario Ascasubi que corroboraba la sodomización en los versos de La refaloza” … y desnudito ante todo. ¡Salvajon! ¡Aquí empieza su aflicción!” La sodomización es tomada no solo como una forma de humillación sino que tiene una connotación erótico sadomasoquista entre la victima y el verdugo. Ascasubi en Portero de Noche le hacía decir desde la prosa a un mazorquero: “entre nosotros no es mengua, el besarlo, para medio contentarlo”

Por último estamos en una época donde la homosexualidad era reprimida y afloraba en las fiestas de carnaval y no solo en los barrios negros, los excesos alarmaron al mismo Rosas que en 1836 prescribía las reglas para el “juego” del Carnaval prohibiendo el travestismo. Cada sexo se vestiría con ropas que le correspondieran.

Tal vez Juan Manuel nunca leyera las esquelas de su amada Manuelita a su prima Dolores según han quedado documentadas en algunas ardientes cartas de amor adolescente que se encuentran en el Museo de Lujan, donde se expresaba amargamente por una separación con Dolores impuesta por sus tíos: “¡Que inhumanos son mís tios que me han arrancado a una amiga que es como si fuera mi esposa!!!

Teniendo en cuenta que el padre de la heroína de la restauración era objeto del amor posesivo de su padre que desalentaba siempre sus noviazgos no llama la atención que la salida fuera encontrada en el cuerpo y espíritu de su prima.

Rosas fue el mismo que ordeno en muestra de su intolerancia sexual, el fusilamiento de Camila O’Gorman y su amante el cura Gutierrez, siguiendo el consejo de Dalmacio Velez Sarsfield, creador del Código Civil.
La persecución a los homosexuales no era mas que otra cara de la represión a otra forma de erotismo.






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