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Reencontrándome con un ex en el infectólogo

Por Gabo Hunt | Otras vez voy a ver a mi médico, me atiendo con uno muy conocido para los que visitamos infectólogos, es un tipo excelente ...

Por Gabo Hunt | Otras vez voy a ver a mi médico, me atiendo con uno muy conocido para los que visitamos infectólogos, es un tipo excelente que habla como desde adentro, hay veces que no sé si es porque es portador o porque es médico con experiencia.

Tal vez para los que lean y entiendan, si les digo Dr. Ricardo Mackintosh, ya les dije todo. Un tipo que dedica la consulta a su paciente le interesa realmente el bienestar del que está delante, se nota.

La cosa es que llego para la consulta, y ya había un chico, esperando. Uno que está que se parte, muy bueno!

Y me mira, lo miro y en eso estamos…

Cuando llega otro que parece salido de una película neo-gótica, nunca entendí estos estilos, no mira a nadie y se enfrasca en su Iphone.

El bonito es llamado por el médico que tarda mas o menos 35 a 40 minutos con cada paciente…

Ahí estábamos el neo-gótico y yo cuando llega un flaco de los que mejor que caben a mí, era mi target total.

Nos empezamos a mirar, reíamos, él se reía más, hasta que ya entrados en risas (cómplices) me di cuenta que la cara me era conocida…

Y el cuerpo, sus manos grandes, por sus manos llegué a la noche que pasamos juntos, nos habíamos conocido en Sitges en una salida de amigos y alcohol, yo había terminado mal con una pareja y quería vivir, me sentía un niño nuevamente y me fui con él a su casa, la pasamos genial, tuvimos el mejor sexo, sus manos, sus piernas largas y sus patas grandes -todo proporcionado- no quedaron partes de los cuerpos sin recorrer.
El mismo efecto se puede lograr usando forro, pero la elección del uso del mismo, queda bajo tu propia decisión.
Y súbitamente como despertando de un sueño, caía en la cuenta que tampoco habíamos usado protección porque los dos dijimos que no había necesidad (fue consensuado), el me penetró primero y luego lo penetré yo, más allá de que los fluidos se mezclaron por varias vías, porque no me parecía un pibe desprolijo y yo tampoco a él, ¿que riesgo podíamos correr…?

Era la época en que un oficinista de traje me daba seguridad, y -según él- yo tenía pinta de pibe bien. Fue parte de los tópicos que se tocaron esa noche antes de caer en la cama más salvaje.

Ahora, devueltos a la actualidad, ahí estábamos los dos otra vez, frente a frente, atendidos por el mismo médico. El mismo infectólogo. Procurándonos la misma protección, buscando la misma seguridad.

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