Yorbis Esparragoza | Más allá de la fuerte voz que representa a una de las artistas más importantes de la música tradicional mexicana...
La vida de MarĂa Isabel Anita Carmen de JesĂşs Vargas Lizano fue mucho más allá de sus rancheras, interpretadas con una voz fuerte, casi varonil, con las que ella aseguraba que lloraba por dentro, porque no habĂa nada más cursi que llorar frente a su pĂşblico. Pero asĂ mismo sabĂa que no habĂa nada más cursi que su propia vida.Una de las cantantes más representativas de la mĂşsica mexicana, no era mexicana. NaciĂł en San JoaquĂn de Flores (Costa Rica) en 1919, en medio de una familia que, segĂşn ella recordaba, la escondĂa cuando llegaban las visitas. Su mamá, una aristĂłcrata adinerada, temĂa por las veces en que MarĂa Isabel le lloraba a la luna. TemĂa por la extraña forma en que vestĂa y se comportaba su hija.
Por eso, cuando se separaron sus padres, no dudĂł un momento para irse a vivir con sus tĂos. Tuvo una ceguera de infancia que, aseguraba, curaron chamanes con tanta efectividad como años más tarde lo volvieron a hacer cuando le dio poliomielitis. Y como despuĂ©s se encargarĂa de difundir, tambiĂ©n lo hicieron casi al final de sus dĂas cuando dejĂł el alcoholismo y su obsesiĂłn por el cigarrillo. No creĂa en Dios, creĂa en los dioses que adoraban los indĂgenas.
Ya un poco más grande y sin ataduras, viajĂł a MĂ©xico, su tierra, su nueva y primera patria, donde se descubrirĂa pero, quizás lo más importante, encontrarĂa a personajes como JosĂ© Alfredo JimĂ©nez, junto a quien se hizo grande, porque en Ă©l hallĂł un compadre, un colega y un compinche con quien caer borracha entre mariachis y cancioneros.
Esta es solo una parte de la historia. En el documental Chavela, ella misma recuerda que en un acto de rebeldĂa decidiĂł dejar atrás los tacones, para llevar siempre un poncho y pantalones en el escenario, con los que demostraba su fuerte carácter y hombrĂa, que le permitĂa destacarse entre hombres como AgustĂn Lara o Facundo Cabral, pero además, que le daban una identidad fuerte, rebelde, solitaria y lesbiana. “Ella nunca se escondiĂł y por eso fue muy importante, eso fuera parte importante de la pelĂcula”, asegura Catherine Gund, directora del documental.
La pelĂcula gira en torno a una entrevista que la directora le hizo a Chavela en 1991, cuando la veterana cantante decidiĂł volver a los escenarios luego de un largo silencio de 13 años. Amena y siempre dispuesta a responder cualquier pregunta, la artista dejaba siempre algo muy claro: “PregĂşnteme lo que quiera, pero no de dĂłnde vengo sino a dĂłnde voy”.
Y esto era principalmente porque Chavela era una maestra en crear relatos, como lo recuerda Gund, “ella nos cuenta lo que quiere que sepamos en cada momento”. Por ello, cada una de sus anĂ©cdotas es contrastada con entrevistas de personas que la conocieron, como Pedro AlmodĂłvar y la abogada Alicia PĂ©rez Duarte, con la que mantuvo una relaciĂłn durante sus Ăşltimo años.
Chavela es retratada desde el amor. Las cantantes Eugenia LeĂłn y Tania Libertad la recuerdan como la gran cantante que sigue siendo, pero tambiĂ©n como la mujer que estuvo con todo MĂ©xico. Dentro de los recuerdos de “La Chamana”, como muchos la llamaban, recuerdan el matrimonio de Elizabeth Taylor y Michael Todd, en el que aseguran, amaneciĂł con Ava Gardner.
Su amor fue infinito, asĂ como su soledad. ConociĂł una noche a Frida Kahlo y Diego Rivera, y se quedĂł a vivir con ellos por más de un año, en el que mantuvo una relaciĂłn con la pintora que superaba la admiraciĂłn. “Vivo para Diego y para ti. Nada más”, le decĂa Kahlo, “parecĂa una potranca tambiĂ©n, como yo, una yegua, de las que cuesta domar, de las que nunca se doman”, la recordaba Vargas.
Su vida no fue solo la mĂşsica. IncursionĂł en la actuaciĂłn en la pelĂcula La soldadera, en la que interpretaba a una mujer contestataria como ella. Años más tarde la buscarĂa Werner Herzog, tan curiosamente como lo hicieron los guerrilleros salvadoreños para que les cantara La macorina, para que hiciera parte de una de sus pelĂculas en la Patagonia. Y finalmente apareciĂł Pedro AlmodĂłvar para llevarla al teatro, para ser su amigo y para revivirla en la mĂşsica, sacarla del alcoholismo.
Al dejar atrás el tequila y los dĂas enteros bebiendo hasta caer, volviĂł a creer en la mĂşsica, en los amores fortuitos, en los amores escondidos y en el amor eterno, como el que viviĂł con a la abogada Alicia PĂ©rez Duarte, junto a quien pasĂł sus Ăşltimos dĂas. Ella no escatima en elogiarla, en explicar lo que la hace aĂşn una leyenda viva, como tampoco calla al decir que era un toro difĂcil de lidiar, que la amenazaba con tirarse de la ventana si no hacĂa lo que ella querĂa.
Chavela muriĂł el 5 de agosto de 2012, dĂas despuĂ©s de una gira por España y luego de vivir una vida que considerĂł plena. La despidieron en la Plaza Garibaldi en medio de tequilas, donde ella tambiĂ©n cantĂł, cayĂł de la borrachera y dio su Ăşltimo adiĂłs a JosĂ© Alfredo JimĂ©nez.
“La Chamana” ya no volverá, pero no se fue sin romper la cruz del olvido, porque ella y nadie más que ella es la representaciĂłn de la mĂşsica latinoamericana, de la rebeldĂa feminista y de la comunidad LGTB.
Ella es la inmortal, la más macha entre todos los machos.
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